«Hay que invertir en investigación, hay que actualizarse, hay que formarse. No hay más espacio para vivir del ensayo y error». Las palabras del presidente del Instituto Brasileño de Aviación Agrícola, Júlio Augusto Kämpf, reflejan un cambio de comportamiento en el sector, que ha empezado a invertir en una gestión administrativa y operativa eficiente, con el objetivo de mantenerse en el mercado, además de optimizar toda la tecnología punta a bordo de las aeronaves.
Para responder a las necesidades del sector, la organización viene desarrollando cursos de actualización, buscando estrechar lazos con instituciones de enseñanza superior para la producción y transmisión de conocimientos, y estableciendo asociaciones. El Instituto ha desarrollado una serie de acciones con el apoyo del Sindicato Nacional de Empresas de Aviación Agrícola (Sindag), que también tiene en cartera una serie de proyectos destinados a mantener las operaciones aero agrícolas en un nivel de excelencia.
El director operativo de Sindag, el economista y doctor en Administración de Empresas Cláudio Júnior Oliveira, destaca que los tiempos políticos y económicos exigen un sector alineado, eficiente y seguro. «Por ejemplo, es necesario que cada piloto entienda que, al volar de acuerdo con los preceptos de las buenas prácticas agrícolas, representa a todo el sector, no sólo a su empresa», señala. Y puntualiza: «Una cosa es no quedarse sin alimentos; otra muy distinta es entregar alimentos seguros y otra muy distinta transmitir una imagen positiva de la actividad». Y es en estas cuestiones en las que debe centrarse la aviación agrícola.
EN CRECIMIENTO
Esto es aún más importante si se tiene en cuenta el aumento previsto del 9,6% de la flota de aviación agrícola brasileña hasta 2027. En números absolutos, el volumen de aeronaves tripuladas que vuelan en Brasil debería aproximarse a las 3.010 unidades. Los datos de la investigación desarrollada por el Dr. Cláudio Júnior Oliveira y presentada en el Congreso de Aviación Agrícola, que tuvo lugar en agosto en Santo Antônio de Leverger/MT, también muestran un potencial de facturación de cerca de 1.700 millones de reales. La cifra se refiere exclusivamente a la comercialización de aeronaves nacionales e importadas.
Como los cálculos se basan en datos de flota de los últimos 15 años, Júnior Oliveira señala que puede haber algunas variaciones en relación a la percepción de ventas. Aun así, estamos hablando de un mercado significativo que, para seguir creciendo, requiere que los operadores continúen construyendo la cultura de que la aviación agrícola es un negocio.
NUEVA CULTURA
Y el sector ya está orientado hacia las prácticas dentro de los conceptos de ESG (sigla en inglés para Ambiental, Social y Gobernanza), que conforman el Pacto Global de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del cual Sindag es signatario desde 2016. La idea es cambiar la forma en que la sociedad percibe al sector, partiendo de adentro hacia afuera. Tanto es así que Ibravag, en colaboración con el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae Nacional), ha estado desarrollando el programa Buenas Prácticas AeroAgrícolas (BPA) Brasil.
El proyecto, que cuenta con el apoyo de Sindag y CropLife Brasil, se basa en el principio de gestión administrativa y operativa eficiente, llevando a las empresas del sector a un nuevo nivel de competitividad. El anuncio de la apertura del programa ya preveía un cambio de paradigmas, involucrando a toda la cadena aeroagrícola, incluidos los trabajadores clave: pilotos y personal de tierra. Tanto es así que el BPA incluye cursos como la Actualización de Pilotos Agrícolas.
Para Cláudio Júnior Oliveira, consultor sénior y responsable de la Metodología de Gestión de Capacitación y Mentoría del BPA y coordinador del MBA en Gestión, Innovación y Sostenibilidad Aeroagrícola, que está bajo el paraguas de Sindag, el cambio en la percepción de un sector requiere una construcción de valores importantes que provienen del pasado. Sin embargo, señala: “primero, debemos eliminar los valores negativos, empezando por la forma de denominar los productos. Debemos reforzar el valor de la eficiencia, una comunicación positiva con el cliente y con la sociedad”.
“No hay más espacio para el amateurismo”
El economista Cláudio Júnior de Oliveira, maestro en Industria Creativa y doctor en Administración por la Unisinos, explica que el cambio en la percepción del sector por parte de la sociedad pasa por una comunicación positiva con proveedores y clientes, incluyendo a los vecinos. En este contexto, el gestor destaca la figura del piloto. “El piloto no puede limitarse a saber volar y aplicar. Debe saber inspirar. Los pilotos deben ser un agente de transformación”, señala.
El piloto agrícola Nilton Luiz Lima de Moura comparte la misma opinión. “Ya no hay espacio para el amateurismo en el sector, tanto para el operador como para el piloto. Debemos ser profesionales para fidelizar a los clientes y evitar malentendidos”, observa el comandante. Vinculado a la aviación desde 1975 – fue paracaidista –, pero hace 20 años comenzó a volar, y ahora, a sus 60 años, está realizando su 16ª cosecha como piloto agrícola.
Su vasta experiencia en el sector no disminuye su deseo de estar en constante perfeccionamiento. Invitado por la empresa donde trabaja, Moura aprovechó el período de entresafra para realizar el curso de Actualización de Pilotos Agrícolas en Porto Alegre/RS, en el mes de julio, y destaca la importancia de adquirir nuevos conocimientos. “Cuanto más entrenamiento y preparación tengamos, mejores serán los resultados, tanto en la calidad de nuestro trabajo para los clientes como para nuestra seguridad”, destaca el comandante.
Por cierto, la seguridad operativa es una de las grandes preocupaciones del sector aeroagrícola. Tanto es así que en el curso hay todo un módulo dedicado a los elementos fundamentales para evitar situaciones desagradables para el piloto, la empresa y el cliente. Para lograrlo, todos en la empresa, incluidos los empleados de oficina, están involucrados en la operación.
Con este propósito, las empresas van recopilando experiencias y la mejor manera de evitar situaciones inusuales durante las operaciones. Moura, que despega desde la base en Arroio Grande/RS, de Mirim Aviación Agrícola, para atender cultivos en la frontera de Rio Grande do Sul con Uruguay, una región con mucho viento, está utilizando el tiempo entre vuelos para redactar un informe de las aplicaciones realizadas en la temporada pasada. El documento debe contener la técnica utilizada con cada producto, cómo se trabaja con el equipo, el tipo de motor, entre otros.
Todo esto, según el piloto, se utilizará para planificar la próxima temporada. Los datos también permiten, con base en un incidente anterior, crear un protocolo que indique un plan de acción dependiendo de la situación. Un trabajo alineado con los propósitos de aplicaciones eficientes y seguras, así como con el programa “Accidente Cero” desarrollado dentro de la operadora.
El mercado busca más que buenos pilotos y aplicadores
Otra prueba de que la cultura del sector aeroagrícola ha cambiado proviene de Rosário do Sul/RS. Aero Agrícola Cordilheira fue una de las empresas que incentivó a sus pilotos a realizar el Curso de Actualización de Piloto Agrícola, que se llevó a cabo en Porto Alegre/RS, a 388,9 kilómetros de su base. El socio-administrador de la operadora, el comandante Fábio Severo, conocido en todo Brasil como Jacaré, considera fundamental que los profesionales del sector estén siempre en busca de perfeccionamiento.
Para el gestor, a la hora de contratar, los pilotos deben saber más que solo volar y aplicar. Además de pilotar con seguridad, compromiso y responsabilidad, una buena relación y buena comunicación son cualidades que busca el empresario. Severo explica: “a diferencia de un piloto comercial, que está aislado en una cabina, los comandantes de aeronaves agrícolas son el reflejo de la empresa, ya que necesitan tratar con el agricultor, con agrónomos y técnicos agrícolas”.
Otro punto destacado por el piloto agrícola y empresario se refiere a los accidentes cuando piensa en la actualización de los pilotos. El curso, además de enfocarse en el mantenimiento de las aeronaves, también trabaja la parte psicológica y la concienciación de los pilotos sobre volar con seguridad. “Un accidente siempre es muy costoso, además de que muchas veces cuesta la vida del comandante”, aclara Severo.
“Siempre estamos en alerta”, dice el comandante.
El piloto agrícola y de combate a incendios Gustavo Brasil Ramos, que trabaja en una hacienda en Luís Eduardo Magalhães/BA, también sintió la necesidad de realizar un curso de actualización. “Siempre estamos en alerta”, destaca el comandante, quien completó el Cavag en diciembre de 2011, en Carazinho/RS, y decidió repasar sus conocimientos el año pasado cuando el Curso de Actualización de Pilotos Agrícolas se llevó a cabo en su municipio.
Ramos elogió la alta capacidad de los instructores, así como los temas tratados. El curso, desarrollado dentro del programa Buenas Prácticas Aeroagrícolas (BPA) Brasil, va más allá de la tecnología de aplicación y la seguridad operativa. El contenido programático se diferencia al abordar también temas como la gestión financiera personal, la planificación de carrera y actualizaciones sobre la profesión, abarcando incluso cuestiones de comportamiento y salud. “Es un contenido que nos aporta mucho”, resume el piloto agrícola, quien en septiembre estaba involucrado en la lucha contra el fuego.
Las empresas invierten en el cuidado de la salud mental de los pilotos
La psicóloga Caroline Venzon Thomas, que llegó a la aviación agrícola después de trabajar en investigación y prevención de accidentes aeronáuticos, destaca la importancia del cuidado de la salud mental/emocional de los pilotos. “Mi experiencia previa mostró que muchas ocurrencias estaban relacionadas con el factor humano”, señala la doctora en Ciencias de la Salud, máster en Psicología Clínica y especialista en Psicología Hospitalaria.
Así, al dejar el sector de investigación, se dedicó al trabajo de prevención, logrando la oportunidad de realizar un trabajo personalizado dentro de las operadoras, que están invirtiendo en la salud mental de los pilotos aeroagrícolas y en la seguridad operativa. Según Caroline, se trata de empresas bien estructuradas que han comprendido cuánto puede ser devastador un accidente, tanto financiera como psicológicamente.
Aunque trabaja con un nicho de operadores conscientes de la salud de sus empleados, Caroline entiende que las empresas están adoptando la cultura de contratar a un psicólogo para escuchar a sus pilotos agrícolas. Hoy, atiende a los profesionales de manera individual una o dos veces por mes. Y la adhesión ha sido buena. “Ellos quieren este espacio para ser escuchados, para conectarse con la empresa”, refuerza Caroline. La psicóloga observa que Internet ha facilitado mucho la cultura del cuidado, al permitir conversar con los pilotos de manera online, incluso cuando están fuera de sus bases.
Capacitaciones y mentorías apuntan a una nueva configuración
El cambio de cultura en la aviación agrícola pasa por un realineamiento general que impactará, incluso, en la forma en que la sociedad ve el sector. Para dar lugar a este proceso, surgió la necesidad de formar asociaciones con instituciones educativas y entidades de fomento, e incluso de presentar el sector a profesores de diferentes áreas del conocimiento.
Los doctores en Agronegocios, la médica veterinaria Gabriela Allegretti y el ingeniero agrónomo Dieisson Pivoto, están entre los que aceptaron el desafío. Aunque ambos profesores son descendientes de productores rurales y tienen formación en agronegocios, tanto en la maestría como en el posdoctorado, su mayor involucramiento con la aviación agrícola ocurrió a partir de cursos de gestión financiera especialmente diseñados para el sector. Recuerdan que muchos profesores tuvieron que conocer, estudiar, aprender y adaptar herramientas a la realidad de las empresas aeroagrícolas. Incluso, en esa época se creó un índice de inflación propio, el Iavag, que incluye los costos de la operación.
COMPETITIVIDAD
“Fue toda una construcción para comenzar a discutir la competitividad”, comenta Pivoto. Este movimiento resultó en el desarrollo del MBA en Gestión, Innovación y Sostenibilidad Aeroagrícola y, posteriormente, del programa Buenas Prácticas Aeroagrícolas (BPA) Brasil. “Esta profesionalización llega como una forma de defender al sector, aumentando su competitividad y cumplimiento normativo, lo que consecuentemente incrementa la conformidad del sector con las buenas prácticas aeroagrícolas”, observa Pivoto.
Tanto el MBA como el BPA, además de profesores relacionados con el agronegocio y la tecnología aeroagrícola, han incorporado al sector especialistas en marketing, innovación, área tributaria y jurídica. “Todo este proceso desarrolló un cuerpo docente más enfocado y capacitado para trabajar en la gestión de la aviación agrícola”, señala Pivoto. Esto se debe a que, al acercarse a los empresarios del sector, los expertos en diferentes áreas lograron entender la demanda del sector.
Las empresas aeroagrícolas ya están enfocadas en ESG
El BPA, específicamente, viene a cubrir una brecha en lo que respecta a la gestión de operadores. Tanto es así que Gabriela Allegretti, máster y doctora en Agronegocios con experiencia en sostenibilidad, notó el esfuerzo de los empresarios por involucrar a todo el equipo en el programa, incluidos los de la parte técnica. “Es una madurez del sector. Digamos que el sector pasa de un momento de construcción a uno de especialización, y luego a uno de profesionalización, y eso implica una gestión adecuada”, destaca la profesora.
Y, como en todos los sectores, hay empresas en diferentes niveles de gestión, y muchas de ellas, con el BPA, han avanzado en sus procesos. Una necesidad urgente, ya que en los últimos años, cuestiones relacionadas con lo ambiental, lo social y la gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) han sido demandadas por las instituciones financieras, el mercado consumidor y la sociedad en general.
Gabriela señala que ha llegado el momento de que la aviación agrícola, al igual que los demás sectores de la economía, diagnostique cómo impacta en estos temas. Y refuerza: “es necesario demostrarlo a partir de indicadores, de metas relacionadas con la sostenibilidad. Se necesita demostrar esta conformidad”.
Algunas aeroagrícolas ya están viviendo esta realidad. Cita como ejemplo las que prestan servicios a los sectores de la caña de azúcar y forestal, grandes exportadores, que ya tienen altos requisitos de ESG. De hecho, algunos operadores acudieron a ella en busca de orientación sobre cómo completar un informe GHG Protocol, un documento que presenta los resultados del inventario de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en Brasil, y cómo hacer una matriz de materialidad. Otros preguntaron qué certificaciones deberían buscar. “Quien no se anticipe a esto, perderá competitividad”, advierte Gabriela.
Alineación con las buenas prácticas son diferenciales
Las empresas del Grupo Precisão, con sede en Catalão/GO, forman parte del grupo de empresas que han adoptado el programa BPA Brasil. Y los cambios ya se sienten en la estructuración de la organización. “Nuestras empresas han comenzado a trabajar de una manera más coordinada, con divisiones de tareas por personas y departamentos. Sin duda, contribuirá mucho a nuestro crecimiento”, resaltó la ingeniera agrónoma Isabela Freires Gonçalves, responsable técnica y gestora administrativa de Precisão Aeroagrícola y Jaíba Aviação Agrícola, que forman parte del grupo, además de Precisão Abastecimentos.
Entre los avances observados por la gestora se encuentran profesionales más comprometidos con el rendimiento de la empresa y una mejora en la comunicación, que se ha vuelto más clara y objetiva. Predicados importantes en un mercado cada vez más dinámico. Según el director del Grupo, João Gonçalves Júnior, además de que la gestión estratégica sea fundamental, la empresa necesita estar alineada con las buenas prácticas. “El mercado exige compromiso y responsabilidad”, señala el empresario.
Para ello, las operadoras, que reúnen 28 aeronaves y operan desde cinco bases distribuidas entre Goiás, Minas Gerais y São Paulo, invitan a sus empleados a participar en capacitaciones. De hecho, una de las ediciones del Curso de Actualización de Pilotos Agrícolas, ofrecido por el Ibravag, se realizó en la sede del Grupo como una forma de motivar a sus pilotos a participar en el taller.
La sostenibilidad es la palabra clave para mantenerse en el mercado
“Si no se respeta el medio ambiente, no se respetan las normas, no se trabaja de manera responsable, ya no se puede sobrevivir en la actividad de la aviación agrícola”, señala el socio administrador de Aeronorpa – Aero Agrícola Norte Paraná, André Luiz Perri. El piloto agrícola, que administra la operadora junto a sus hermanos, el técnico agrícola Daniel Augusto Perri y el ingeniero agrónomo Marcelo Perri, inscribió a la empresa en el programa Buenas Prácticas Aeroagrícolas (BPA) Brasil. Y confiesa que no se arrepiente.
La iniciativa de Ibravag en asociación con Sebrae Nacional, con el apoyo de Sindag y CropLife Brasil, se basa en pilares que ayudan a las empresas a adoptar una gestión estratégica, haciéndolas más competitivas, incluyendo capacitaciones, mentorías y una serie de entrenamientos. Para André Perri, el programa le dio un nuevo impulso a la operadora, con sede en Sertaneja/PR, creada en 1983 por su padre, el también piloto agrícola Gilberto Carlos Perri (ya fallecido).
“Este trabajo fue muy importante para profesionalizar nuestra empresa”, reconoce el gestor, diciendo que poco a poco está implementando lo aprendido. Con más de 40 años en el mercado, Aeronorpa es una empresa típicamente familiar. Incluso la madre, Maria Elena Barduzzi Perri, asumió las tareas administrativas en la oficina, incluida la recepción de inspectores cuando los hijos están atendiendo a los clientes.
CALIDAD
Hoy, con dos aeronaves Ipanema y un piloto agrícola registrado, con quien André Perri comparte las aplicaciones en los cultivos, además de otros empleados, la meta es crecer. Ya está en marcha la construcción de un nuevo patio de descontaminación y, en los planes, la adquisición de un Air Tractor. Para ello, apuesta por la eficiencia en campo.
“Ponemos la calidad en primer lugar. Incluso hemos rechazado trabajos porque no podíamos hacer una buena aplicación”, señala André Perri. También recuerda que cuando es llamado para una nueva área, primero analiza el mapa para ver si no hay impedimentos para la aplicación, tanto en términos operativos como ambientales.
La constancia en el servicio la busca a través de la cualificación de sus empleados. “Estamos realizando los cursos conforme a las oportunidades, e incluso invertimos en la capacitación de los empleados”, señala el gestor. Como ejemplo, menciona a uno de sus empleados, responsable de la preparación de la mezcla y la limpieza de la aeronave, quien, además de la calificación técnica en la parte agronómica, ya ha realizado varios cursos, entre ellos el de manipulación de plaguicidas y de seguridad operacional.