El año agrícola 2025/2026 comenzó en medio de las inseguridades provocadas por las tensiones comerciales globales. Y el sector aeroagrícola brasileño se mantiene atento a los movimientos del escenario internacional. Los recientes aranceles impuestos por Estados Unidos a países como Canadá —proveedor de motores para aeronaves Air Tractor— han encendido las señales de alerta.
Hasta finales de septiembre, los motores no habían sido directamente gravados, pero la posibilidad preocupa. “El impacto sería grande, incluso en piezas, aceites y aeronaves, dependiendo de la aplicación de la llamada ley de reciprocidad”, observa el economista y doctor en Administración Cláudio Júnior Oliveira Gomes, director operativo del Sindicato Nacional de Empresas de Aviación Agrícola (Sindag).
Ante este riesgo, la entidad sectorial ya ha identificado y entregado al Ministerio de Agricultura los códigos de todos los productos esenciales para la actividad, con el fin de buscar la exención arancelaria. El objetivo es preservar la competitividad de las empresas y garantizar la evolución tecnológica. “Es fundamental asegurar que los aviones, drones y helicópteros —todos indispensables y complementarios— continúen avanzando técnicamente y manteniendo su eficiencia en el campo”, concluye.
DIVERSIFICACIÓN
Si bien el escenario internacional genera preocupación, el sector atraviesa un proceso de diversificación tecnológica y, según Júnior Oliveira, aún existe un amplio espacio para el crecimiento. El ejemplo del estado de Mato Grosso refuerza este panorama: concentra 749 aeronaves agrícolas —el mayor número del país—, precisamente por atender grandes extensiones de soja y maíz. En el caso del maíz, existen etapas del cultivo en las que solo la aplicación aérea es viable, lo que amplía las oportunidades de mercado. Los drones también vienen ganando espacio en propiedades más pequeñas y en aplicaciones puntuales.
Además, según el boletín Perspectivas para la Agropecuaria de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), presentado el 18 de septiembre en conjunto con el Banco do Brasil, el área cultivada debería aumentar en esta nueva cosecha. Se espera un crecimiento del 3,1% en relación con el período 2024/2025, incluso con una reducción del 5,6% en el área sembrada de arroz. El informe proyecta una ampliación del área de soja del 3,7%, del maíz total y del algodón en un 3,5%.
SUPERAR LAS PÉRDIDAS

Según Júnior Oliveira, los operadores agroaéreos necesitarán prepararse estratégicamente para compensar, e incluso superar, las pérdidas derivadas de la disminución de la superficie dedicada al cultivo de arroz ante la tendencia al alza del maíz y la soya. Una situación que afecta especialmente a los operadores de Rio Grande do Sul, el mayor productor de cereales de Brasil.
Según datos del Instituto Rio Grandense do Arroz (Irga), el 70 % de la producción nacional de cereales se concentra en suelo gaucho y representa una buena parte de las aplicaciones aéreas. Una encuesta del Instituto Prohuma de Estudios Científicos muestra que alrededor del 71 % del cultivo de arroz en el estado recibe atención mediante aplicación aérea.
«Por lo tanto, una reducción de la superficie afecta inmediatamente a la demanda de servicios», señala Júnior Oliveira. Sin embargo, entiende que, incluso con la contracción de un cultivo tradicional, se abre un espacio para el reposicionamiento de las empresas y el mantenimiento de la presencia del sector en diferentes perfiles de cultivo.
Reducción de la superficie sembrada de arroz para ajustar la oferta a la demanda
La coyuntura marcada por la combinación de una producción récord, el aumento de las importaciones y la caída de los precios ha dejado a los productores de arroz preocupados. El presidente de la Federación de Asociaciones de Arroceros de Rio Grande do Sul (Federarroz), Denis Dias Nunes, señala que el momento es delicado y ha obligado a planificar estrategias para mitigar los riesgos e intentar recuperar la competitividad del cereal.
Para ello, una de las vías es buscar nuevos mercados en el extranjero y reducir la superficie sembrada de este cereal. Esta tendencia se refleja en el boletín Perspectiva Agropecuaria – Safra 2025/2026 de la Conab, publicado en septiembre, que apunta a una reducción de la superficie cultivada del 5,6 %.
También se prevé una reducción de la productividad, con una cosecha de alrededor de 11,5 millones de toneladas, un 10,1 % menos que en el ciclo que
finalizó el 31 de julio. Las cifras del Instituto Rio Grandense do Arroz (Irga) para la cosecha 2025/2026 son similares a las recopiladas por la Conab. Se prevé la siembra de 920 081 hectáreas, lo que representa una reducción del 5,17 % en comparación con la cosecha 2024/2025.
CONTRASTE
Cifras que contrastan con las del inicio de la cosecha pasada, cuando la superficie sembrada experimentó una expansión, en términos de Brasil, del 9.8 % en relación con 2023/2024, lo que se tradujo en una producción de 12,756.9 toneladas. En Río Grande do Sul, la ampliación fue del 7,5 %, lo que dio lugar a una cosecha de 8,733.2 toneladas de cereal. Las cifras son de la Conab y se actualizaron en septiembre de 2025.
Según el dirigente de Federarroz, la producción se vio impulsada por las inversiones en tecnología, el clima favorable y los precios atractivos en el momento de la siembra. Sin embargo, la sobreproducción y la contracción del consumo interno provocaron una fuerte caída de los precios.
La falta de políticas públicas a largo plazo también pesa sobre el sector. Para Nunes, es necesario que la agricultura se trate como una política de Estado, garantizando la seguridad y la previsibilidad. «Hoy en día sufrimos altos costos financieros y desventajas en relación con los países vecinos, que no enfrentan las mismas exigencias ambientales, laborales y fitosanitarias que nosotros», refuerza el presidente de Federraroz.
En opinión de Nunes, el reto ahora es ajustar la oferta a la demanda, sin perder competitividad. «Contamos con tecnología, calidad y certificaciones medioambientales que añaden valor. Pero necesitamos equilibrio para garantizar la sostenibilidad del cultivo del arroz», concluye el dirigente.
Recuerda que el arroz brasileño ya se ha hecho un hueco en Estados Unidos, a pesar de la reciente sobreimposición. Tanto es así que compran el cereal de Brasil para consumo interno y exportan el suyo.
CRISIS
Denis Nunes considera que es el momento de asegurar el equilibrio para garantizar la sostenibilidad de la cultura El operador busca una solución para reducir el impacto de la contracción del cultivo de arroz Las empresas agroaéreas que tienen como principal actividad el cultivo de arroz están haciendo cálculos para mantener la sostenibilidad del negocio.
La socia y directora de Arenhart Aviação Agrícola, Silvia de Souza Figueredo, afirma que la reducción de la superficie plantada de este cereal afectará directamente al volumen de trabajo de la empresa. «Nuestra principal actividad es el arroz, no hay otro cultivo», afirma la empresaria.
Arenhart tiene su sede en Uruguaiana, en la frontera occidental de Rio Grande do Sul, donde predomina el cultivo de regadío. De hecho, en la cosecha 2024/2025, el municipio aparece a la cabeza de la producción arrojera del estado en la clasificación del Irga. Según Silvia, la posibilidad de que la superficie no plantada de arroz se destine a otro cultivo es baja. «El suelo no permite grandes extensiones de soya o maíz», explica.
Además del arroz, cuyo ciclo de operaciones va de septiembre a febrero, con aplicaciones de desecante en la preparación de la tierra para el cultivo, fertilizantes y pesticidas, Arenhart también siembra pastos. Este trabajo se realiza de marzo a junio/julio, pero la demanda y el valor cobrado por este servicio son considerablemente menores. «La siembra de pastos ha ido aumentando un poco cada año, pero no compensa la reducción de la superficie dedicada al arroz», señala Silvia.
A pesar de las dificultades impuestas por la estacionalidad y la reducción de los márgenes, Silvia destaca que la empresa busca soluciones para mantener la estructura operativa y en condiciones para la cosecha 2026/2027. «Es un costo elevado, sobre todo cuando las aeronaves están paradas. Pero vamos arreglándonos como podemos para mantener la flota en condiciones y garantizar la modernización», dice Silvia.

Las incertidumbres y el elevado costo de la cosecha suponen un reto para los productores de soya en Brasil
La expectativa de un nuevo récord en la producción brasileña de soya en la cosecha 2025/2026, con un aumento del área sembrada del 3,6 %, según las proyecciones de la Conab, es vista con cautela por los productores. «No creemos en estas cifras. El aumento de la superficie debería situarse entre el 1,2 % y el 1,4 % con respecto a 2024/2025», señala el presidente de la Asociación de Productores de Soja de Brasil (Aprosoja), Maurício Buffon. Según el dirigente, aún es muy pronto para afirmar que habrá una supercosecha, señalando como motivo la dificultad de obtener crédito, con altos intereses, y la falta de subsidios.
Además, mientras el mundo observa un aumento de las tensiones comerciales entre las grandes potencias, Brasil siente de cerca los efectos de este entorno turbulento, especialmente en el principal producto agrícola del país.
La llamada «tarifa» de Estados Unidos, responsable de imponer barreras a los productos de varios países, no ha afectado directamente a las exportaciones brasileñas de soja al territorio norteamericano. Sin embargo, sí ha afectado a las exportaciones de carne, que demandan soja para piensos, generando incertidumbre para las industrias brasileñas de trituración de granos.

REACCIÓN
Es una reacción que afecta a toda la cadena productiva, en este caso, la de la carne, en la que se inserta la soja. Ante esto, Buffon expresa su gran preocupación por la postura del gobierno brasileño, alertando sobre los impactos «devastadores» en la agricultura, especialmente en el cultivo de la soja, si esta situación persiste.
El costo de producción es una de las preocupaciones del sector, especialmente en lo que respecta a los fertilizantes y el combustible. El dirigente estima que el costo de los fertilizantes en la cosecha 2025/26 ya será entre un 25 % y un 30 % más alto que en el ciclo anterior.
El encarecimiento se debe, sobre todo, a la dependencia externa: entre el 85 % y el 90 % de los fertilizantes utilizados en Brasil son importados, principalmente de Rusia, Bielorrusia y Canadá. Además, el gasóleo, esencial para el transporte y la maquinaria agrícola, sigue siendo vulnerable a la volatilidad mundial. Gran parte de este combustible se importa de Rusia. «Con esta guerra comercial entre Estados Unidos y Rusia recrudeciéndose, nos preocupa mucho que pueda afectar incluso al suministro de combustible a Brasil», advierte Buffon.
DÓLAR
El presidente de Aprosoja Brasil también menciona la volatilidad del dólar como uno de los factores de inseguridad a la hora de planificar la cosecha. Dado que los costos de los cultivos de soya están estructurados en moneda estadounidense y los ingresos están vinculados al mercado global, cualquier fluctuación rápida entre 5,30 y 6,00 reales brasileños puede significar una diferencia de hasta el 25 % en el balance financiero del productor. Esta inestabilidad dificulta la planificación y aumenta el riesgo de pérdidas a la hora de comercializar.
Aun así, los agricultores han recurrido al llamado mercado de futuros, bloqueando aproximadamente la mitad de la producción, a la hora de comprar fertilizantes. Buffon reconoce que las tensiones comerciales pueden rediseñar el mapa global del comercio agrícola, abriendo oportunidades en mercados emergentes, como Indonesia y los países del Sudeste Asiático. Aun así, destaca que el proceso es lento y complejo. «Cuando la principal economía del mundo entra en conflicto comercial, el desequilibrio es inevitable», lamenta.
La superficie cultivada de maíz debería crecer exigiendo más aeroagrícolas
La cosecha 2025/2026 comienza con una previsión de aumento del 3,5 % en la superficie cultivada de maíz en relación con el ciclo anterior, teniendo en cuenta los tres períodos de siembra dentro del mismo año agrícola. A pesar de la expansión, el boletín Perspectivas para la Agricultura – Cosecha 2025/2026, de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), apunta a una producción total inferior a la registrada en 2024/2025.
Según el director técnico de la Asociación Brasileña de Productores de Maíz (Abramilho), Daniel Rosa, esta proyección está relacionada con la posibilidad de que se produzca el fenómeno de La Niña en la segunda cosecha de maíz, que representa alrededor del 80 % de la producción nacional de este cereal. Se puede decir que el maíz de segunda cosecha se ha consolidado como un elemento clave en la gestión agrícola brasileña, favoreciendo la rotación de cultivos y la sostenibilidad del sistema productivo.
Al hablar de sostenibilidad, Rosa destaca el papel preponderante de la aviación agrícola, utilizada en la aplicación de pesticidas y fertilizantes, por proporcionar mayor agilidad y uniformidad en la gestión. El director técnico de Abramilho recuerda que los productores de maíz defienden el uso de la herramienta aeroagrícola por varias razones, entre ellas, la facilidad de acceso a los cultivos y la eficiencia operativa, además de contribuir a la reducción de los impactos ambientales y los riesgos para la salud humana.
SOSTENIBILIDAD
Daniel Rosa destaca la eficiencia de la herramienta aérea en la aplicación de insumos en el cultivo de maíz El país diversifica sus mercados, pero las barreras medioambientales impuestas por la UE son motivo de preocupación. Aunque el consumo interno de maíz está en aumento, especialmente debido al avance de la industria del etanol, que utiliza el grano como materia prima en estados como Mato Grosso y Goiás, Brasil se está consolidando como uno de los principales exportadores mundiales de este cereal. El director técnico de Abramilho, Daniel Rosa, destaca que la producción brasileña es superavitaria, con importaciones puntuales destinadas principalmente a satisfacer demandas regionales específicas.
Rosa observa que, en el escenario internacional, incluso ante un entorno económico y geopolítico adverso, el maíz brasileño gana espacio en los mercados asiáticos, como el chino, y mantiene sólidas relaciones comerciales con la Unión Europea e Irán. «La diversificación de destinos es estratégica ante las incertidumbres globales», destaca el dirigente.
El país diversifica sus mercados, pero las barreras ambientales impuestas por la UE son motivo de preocupación
Si, por un lado, la competitividad del maíz brasileño sigue sustentada por su alta productividad y calidad, por otro, las exigencias ambientales de los compradores internacionales se han intensificado. La Ley contra la Deforestación de la Unión Europea, que clasifica a los países según el riesgo de asociación con áreas deforestadas, es motivo de preocupación para el sector. «Brasil y Argentina fueron clasificados como riesgo estándar, mientras que Estados Unidos y China quedaron con riesgo bajo. Es una barrera no arancelaria disfrazada de política ambiental», critica Rosa.
Según él, la legislación europea ignora el Código Forestal brasileño y el hecho de que el país tiene áreas legalmente abiertas a la producción. Además, la medida penaliza a las naciones con grandes extensiones de bosque nativo, sin tener en cuenta sus particularidades regionales. En septiembre, representantes de Abramilho y Aprosoja Brasil se reunieron con autoridades argentinas para discutir el tema y trazar estrategias conjuntas ante la nueva legislación europea. Rosa advierte sobre la posibilidad de que Brasil sea reclasificado como país de alto riesgo ambiental en el futuro.
El clima de incertidumbre mantiene al operador en alerta

Mientras se empieza a perfilar la cosecha 2025/2026, los operadores agroaéreos están en alerta ante las consecuencias de la siembra, así como ante la posibilidad de un aumento en los costos de las operaciones. Algunos de ellos ya se han dejado sentir en las arcas de los proveedores de servicios, como el valor del seguro aeronáutico, que ha experimentado un aumento significativo ante el volumen de accidentes ocurridos el año pasado.
Sin embargo, la gran preocupación radica en la dependencia del sector de equipos y piezas importadas y cotizadas en dólares. «Casi todas las piezas de los aviones provienen del exterior. Cuando el dólar sube, el precio del mantenimiento se dispara. Si se aplican recargos debido a las tensiones comerciales entre Brasil y Estados Unidos, puede resultar inviable, ya que el precio de las piezas podría duplicarse», advierte el socio administrador de Santa Fé Aviação Agrícola, Carlos Henrique Ferronato.
El empresario, que concentra su actividad en los municipios de Lucas de Rio Verde, Sorriso, Mutum y Tapurah, en Mato Grosso, también está preocupado por la posible reducción de la superficie cultivada de algodón. A pesar de que la Conab señala un aumento del 3,5 % en la superficie de siembra, el también piloto agrícola cuenta que, en conversaciones con productores locales, se ha enterado de que existe una tendencia a reducir el número de hectáreas sembradas.